A Ascensió Zubiri y a Roser Cruells
En estos momentos y desde ya hace años, Rosaura Rubio está felizmente jubilada (hasta donde yo sé) y su participación en el comité fue inestimable y muy diversa, ejemplar en cualquier caso. Isabel Astals, que junto con Ramona Casas era uno de los pilares de la Biblioteca de la Acadèmia de Ciències Mèdiques, pienso que está en la actualidad en la Reserva de la Biblioteca de la Universidad de Barcelona. Núria Terradas, otra gran profesional que había trabajado como Bibliotecaria en el Área General del Hospital Vall d'Hebron, se encuentra en la actualidad incluso alejada de Barcelona trabajando para el Ayuntamiento de un municipio de nuestra provincia. Recuerdo que la contribución de Lluïsa Amat, que hoy trabaja en la Universitat Politècnica de Catalunya, también fue muy considerable, aunque no figurara en parte alguna, y que las reuniones que prácticamente a semana realizamos, se hicieron a altas horas de la noche, fuera del horario de trabajo. Me atrevo a señalar esta particularidad porque si algo habría que remarcar en estos veinte años es a mi entender esa cuestión, ya que tiene un valor histórico incalculable puesto que hasta donde yo sé hoy en día es rarísimo que nadie entregue su tiempo y tanto fuera de la jornada laboral.
La cuestión de la financiación de las II Jornadas fue prácticamente el único escollo que tuvimos, el primero que vencimos, y el que nos permitió poner nuestras ideas en marcha. Esta experiencia al menos a mí me sirvió para valorar qué aspectos había que potenciar en las reuniones y jornadas, si aquellos que favorecen la comunicación entre los participantes (eventos festivos y culturales paralelos), si los que se centran en la difusión, si los que impactan en un avance substancial de la materia tratada y en un compromiso hacia el futuro, etc.
Pienso que en los congresos pasa un poco como en las bodas, que siempre se quiere "superar" en medios y en todo la última a la que se ha asistido, especialmente porque va a haber invitados coincidentes. Después, queramos o no, por muy bien organizado que esté todo, hay una parte que no hay más remedio que consagrar a la improvisación y a la suerte, teniendo en cuenta por otra parte que la suerte no se improvisa, sobre todo la buena.
Para los que no estaban en los 80 por estos menesteres es difícil participarles que no vivíamos en el Paleolítico Superior o Inferior y que ya existía Medline y Embase. Por lo menos en Barcelona teníamos acceso a la base de datos de la National Library of Medicine, las bibliotecas del Hospital de Sant Pau (Roser Cruells y después Teresa Mas, muy queridas), la del Hospital Vall d'Hebron a través del host Dialog (Marta Jordà), la del Hospital de Bellvitge a través del host alemán DIMDI (primero el año 1985 Rosa Espinòs y después a partir de 1986 yo), la del IQS (con el Padre Queralt) y las de algunos laboratorios farmacéuticos como Uriach, etc. Mucho antes incluso de que ese servicio se ofreciera en la Biblioteca de la Facultad de Medicina de la Universidad de Barcelona o incluso en el Col·legi Oficial de Metges, ya existía en las bibliotecas citadas, que se podían en cualquier caso contar con los dedos de las manos.
Las búsquedas bibliográficas requerían la intervención de un experto o de alguien iniciado en los comandos de cada host, en los entresijos de la estructura de los registros de las bases de datos bibliográficas y en lo accidentado de las conexiones telefónicas X25 y X28 de la llamada Telefónica, después Telefonica y hoy Movistar. Y esta particularidad sin embargo, lejos de alejarnos de los usuarios, nos acercaba más -codo con codo- a su manera de ver las cosas y a sus necesidades reales. Al menos de esta manera lo veo yo, tras haber pasado unos años por las no menos "heroicas" latitudes de la Documentación Clínica pura y dura, y haber vuelto al mundo bibliotecario. Y, tal y como dijo Fanny Ribes en una entrevista que recientemente le ha hecho la SEDIC, "El usuario de estas bibliotecas es quien da la pauta. El profesional debe estar siempre atento a las necesidades del usuario, y sobre todo debe actuar como un radar para ofrecer en todo momento lo más actual y novedoso, o simplemente lo que demanda el usuario. Lo ideal sería ser capaz de poder adelantarse a las necesidades del usuario para ofrecerle el mejor servicio. Si la biblioteca o el centro de documentación médica no esta al servicio de los requerimientos de sus usuarios, realmente no está cumpliendo su misión. "
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