25/9/11

Casos reales

"O que se cala sempre se pode decir; o que se di, nunca se pode calar"
Refranero gallego

uelen verse en las series televisivas donde aparecen hospitales por lo menos dos situaciones que son irreales. Una, la de que se da asistencia urgente a un paciente, incluida la reanimación, delante de su familia. Otra, la de informar sobre el estado de salud de un ingresado con total libertad. Como la primera situación ya se ve que busca el dramatismo y cualquiera puede entender que es nefasta para todos los implicados, en la vida real, paso directamente a la segunda situación, la que conculca la confidencialidad de los datos clínicos de los pacientes.
El título del post hace honor no solo a aquella apostilla que aparece en algunas teleseries ("basada en hechos reales") sino que pretendo denunciar un fake internetero que corre estos días por los correos electrónicos y que transcribo en nota como ejemplo y modelo de lo que no puede ser y además no debe ser ni debe de ser (*).  Los primeros que tenemos que saber que el estado de salud de un paciente es confidencial somos los trabajadores sanitarios y no sanitarios de un centro hospitalario. Incluso lo es el diagnóstico y el tratamiento y por supuesto si está ingresado o lo estuvo o no.
Hace años, en el servicio de Documentación Clínica de un hospital de tercer nivel atendí la llamada de alguien que se presentó como una voluntaria de Cruz Roja que había hecho los primeros auxilios a un accidentado de tráfico que se había encargado de traer a nuestras Urgencias. Quería saber si el accidentado tenía el virus HIV y para sonsacarme la información recurrió a los pormenores de las heridas del siniestrado. Mientras yo no soltaba prenda y ella me iba describiendo como estaba todo lleno de sangre y demás, yo iba mirando en mi pantalla los datos que había sobre el nombre que ella me había proporcionado. Quiero decir con ello que yo podía acceder prácticamente a toda la información que había sobre el individuo, pero que no por eso podía darla. Después de atender la llamada hasta donde yo supe, la pasé a la responsable de nuestro servicio, que además le informaría de las alternativas que tendría, que las hay.
Otros casos reales tenían que ver con chungueces relacionadas con seguros y divorcios y enfermos terminales y herencias legítimas e ilegítimas, tema que entraña una crudeza tan sórdida y que demuestra tan mezquinamente la bajeza en que caen algunas personas por codicia, que prefiero solo dejarlo enunciado. Pero sí, hay personas que se interesan por el estado de salud de su ex-mujer o ex-marido, etcétera, simplemente por razones económicas. 
Hay casos reales muy comunes y no porque sean frecuentes tenemos que pensar que son admisibles, que se dan cuando el propio personal del hospital enferma. Lo correcto sería interesarse por la mejora de su salud y no preguntar ni por supuesto pedir más explicaciones. "Espero que se recupere pronto" ya deja por sentado nuestro interés e invita a que se nos diga todo lo más que el restablecimiento está garantizado o que en pocos días volverá a su puesto de trabajo nuestro compañero. Todo lo que se diga de más es faltar a la intimidad y a la confidencialidad. 
Sin duda el caso real más truculento que conozco es el de dos compañeras que se tenían un cierto rencor y mucha inquina. Una de ellas, que todo el mundo sabía que tenía un lío de larga duración con un señor casado, llevó al laboratorio una prueba de embarazo a nombre de la otra. No se dirá que la idea no fuese de lo más sagaz y por encima pérfida.


___________

(*) "EL PACIENTE DE LA 376. CASO REAL , CORTITO Y MUY BUENO. HECHO REAL (Ring, ring, ring)- Hospital Xeral de Lugo bos días.
- Si, Buenos días, quisiera hablar con alguien que me de información sobre un paciente que está internado.
- ¿De qué paciente se trata?
- Se llama Antonio Comesaña Otero y está en la habitación 376.
- Un momento, le paso a enfermería.
- Buenos días, habla la enfermera Luisa Casal , ¿en qué puedo ayudarle?
- Quisiera saber las condiciones clínicas del paciente Antonio Comesaña Otero de la habitación 376, por favor.
-Un minuto que voy a localizar al médico de guardia.
- Buenos días, habla el doctor Quirós, ¿en qué puedo ayudarlo?
- Verá doctor, quisiera que me informasen sobre el estado de salud de Antonio Comesaña Otero de la habitación 376.
- A ver, un minuto que consulto la ficha del paciente.
- Bueno, gracias
-Aquí está. Veamos, hoy se alimentó bien, la presión y el pulso se mantienen estables y está respondiendo bien a la medicación por lo que mañana le retiraremos el monitor cardíaco, si continua en esta línea le daremos el alta en dos o tres días.
- ¡Muchas gracias doctor, no sabe usted la buena noticia que acaba de darme! ¡Joder que alegría!
- Me alegro hombre, ¿quién es? ¿Su padre?
- No, no, que va, yo soy Antonio Comesaña Otero y estoy llamando desde la habitación 376, lo que pasa es que aquí todo el mundo entra y sale del cuarto cuando le sale de la polla, parece que hablan entre ustedes en chino y a mí ni Dios me dice un carallo."

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20/9/11

Telepredicación

"La mediocridad es la incapacidad de apreciar, aspirar y admirar la excelencia. El primer grado es el simple, que ni le importa ni la entiende, y es feliz con la satisfacción de sus necesidades básicas. El segundo es el fatuo, que quiere ser excelente, aunque no entiende en qué puede eso consistir, por lo que sólo puede imitar, copiar o fingir. No es dañino, aunque, si tiene un puesto importante, puede agobiar a los demás con exigencias burocráticas que sólo pretenden dar la impresión de que está haciendo algo importante. El verdaderamente peligroso es el mediocre inoperante activo, ser maligno incapaz de crear nada valioso, pero que detesta e intenta destruir a todo aquél que muestre algún rasgo de excelencia" (Luis de Rivera en "La Vanguardia")



endríamos que considerar dentro de la mediocridad llamada fatua la manía de regodearse en la burla y el desprecio. Estoy pensando en uno de los  modelos más claros, Ferran Monegal, el director de un programa de BTV -una de las televisiones públicas que soportamos en Barcelona-, "Telemonegal", que trata sobre la telebasura y demás. Ferran Monegal copia o imita los telediarios y toda la bazofia que pretenden darnos, no las sirve con honda (que no con onda o buena onda) y en un tono de voz a medio camino entre el telepredicador , el pseudocientífico y el vocero indignado corona el refrito con un lapo de bilis más cítrico que crítico.  Es evidente que al escrachar, como se dice en la Argentina, la figura de este periodista yo misma caigo en aquello que critico y así, ojo por ojo diente por diente, nos va yendo.
El domingo me sorprendió en el programa "Lágrimas en la lluvia", de la denostada Intereconomía, la intervención del Profesor Manuel Carreira, jesuita, astrofísico, teólogo y si no recuerdo mal también filósofo. Por lo general suelo usar las titulaciones con mucho cuidado, de manera que acostumbro a reservar por ejemplo la palabra "filólogo" no para los que han obtenido una licenciatura o un doctorado o un grado en Filología, sino por los que han hecho algo por la Filología. Manías que tiene una. El padre Carreira hablaba con la precisión y la claridad propias tanto del científico "de verdad" como de las otras disciplinas que ha estudiado que simplemente, de acuerdo con la moderna distribución del saber, no son científicas porque no tratan sobre la materia. Hablaba tan bien precisamente del enfrentamiento o no de la fe y la ciencia, que los otros participantes del debate -que no eran mediocres ni mucho menos- ostensiblemente le cedían su tiempo. Solo por eso, por ver una tertulia donde los participantes no se atropellan, valía la pena ver el programa. Hace un año aquí tuve mi modesta reflexión sobre el libro que estaba a punto de publicar Stephen Hawking y en especial sobre una de las frases que pillé en un extracto que como primicia había publicado "The Times": “Because there is a law such as gravity, the universe can and will create itself from nothing. Spontaneous creation is the reason there is something rather than nothing, why the universe exists, why we exist” (Stephen Hawking, The grand design). El Prof. Carreira demostró anteayer como esa aseveración y otras del libro carecen de fundamento científico e incluso me pareció que las conceptuaba de "estupidez", cosa que desde mi ignorancia yo también había advertido. ¿Qué razones movieron a Hawking a publicar una estupidez declarada y sin rigor científico alguno?
Estos días se ha estrenado precisamente "El árbol de la vida" (Terrence Malick, 2011) aunque tengo la sensación de que es una especie de macropowerpoint y yo espero del cine otra cosa. De todas maneras ha recibido muy buena crítica, según tengo entendido, de modo que ya va a resultar difícil y antipático introducir ni una sola idea que cuestione su valor. En cualquier caso no sé si la veré. Hace unos años había que ir a ver 30 películas para ver 1 que fuera realmente potente; ahora hay que ver 300. 
Cuidado, si seguimos así todos nos vamos a convertir en telepredicadores.
Saul Steinberg, "Communication"
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 2022: 2212162883492
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