8/8/17

Una manzana

Con el dinero que consiguieron
los americanos del maíz híbrido,
pudieron sufragar la bomba atómica.

Diréis que esto no es poesía.
(Estoy de acuerdo).
Gloria Fuertes

l efecto Droste de la imagen es lo que también se conoce como "imagen recursiva", es decir aquella imagen que se incluye en sí misma hasta el infinito. La recursividad es la característica de un proceso que se basa en su propia definición. Hace años que me lamento en silencio de la gran cantidad de quincallería en que se fundamenta el progreso científico y tecnológico incluso hasta caer en el efecto Droste que he introducido nada más empezar.
Hace años pude empezar a leer con alegría e ilusión un libro titulado La vida secreta de las plantas, de Peter Tompkins y Christopher Bird. Tal vez la mayoría de la gente está más interesada en la vida secreta de Simon Baker o Kate Moss o su hija. Pronto me decepcioné, porque gran parte del contenido del libro lejos de tratar de lo que yo buscaba, la forma constatable de "sentir" de las plantas, agotaba todas las formas que se habían ensayado para poder registrar la vida que no es posible captar a simple vista. Muchos cables. Pero mucha tecnología, como ya enuncia la tercera famosa ley de Clarke, es indistinguible de la magia. De hecho, en mi caso, tanta matraca en escala armamentística parece como una forma de camuflaje en las tinieblas. Ignoro cual es el porcentaje aceptable. Y con la tecnología pasa lo mismo que con la infografía. Mucha infografía nos hace perder de vista no ya el contenido sino incluso si hay un contenido y si tiene un fundamento. Mucha tecnología nos despista del verdadero objeto del asunto que nos preocupa o nos interesa.
Como gran parte de los personajes que dedican su tiempo a combatir las pseudociencias caen en el solipsismo, poco hará por desenmascararlos añadir que la mayor parte de sus argumentos entran en bucle, cuando no son francamente un paradigma del desprecio y de la ignorancia. En un bucle drostiano además. No se trata de aquel mecanismo por el cual cuando de niños buscábamos "prostituta" en el diccionario para desilusionarnos con la definición "ramera" que nos devolvía en su entrada alfabética correspondiente a la "prostituta" de nuevo. Este ejemplo infantil mucho más elaborado y sofisticado, cargado de complejidad, no nos puede engañar sobre la recursividad de muchos argumentos en los que se encastilla la ciencia pseudocientífica, la pseudociencia científica y la pseudociencia pseudocientífica. Más allá de las leyes de Clarke no puedo dejar de recordar las palabras de la Prof. Maria Antònia Martí Antolín en una clase de Lingüística al referirse a que bajo la apariencia de modernidad a veces se enmascaran auténticas antiguallas retrógradas.
Llegados a este punto podría a) tomar el camino de referirme a cómo los errores son además escalables y van haciéndose con todos los rincones de la sociedad o podría b) tomar el camino que nos abre Michio Kaku, catedrático en Física de la Universidad de Nueva York en su libro de divulgación científica titulado El futuro de nuestra mente, en donde se trata entre otras cosas de la telepatía y la telequinesia. Como ocurría con el libro de la vida secreta de las plantas, este otro remite a muchos aparatos (que si la resonancia magnética, que si los electrodos, que si la electroencefalografía, etcétera), cosa que nos permite ver muchos árboles en el bosque y verlos bien pero que no sé si llega a colmar las expectativas de muchos de nosotros. 
La Neurociencia avanza de forma espectacular y es decepcionante que todo el arsenal que nos muestra Kaku se disperse entre las numerosas enfermedades y trastornos que nos aterrorizan, en la forma de detectar mentiras -por la actividad eléctrica de determinadas áreas cerebrales- y en otras cuestiones aptas para entretenerse un domingo por la tarde en TV2 sin la mala conciencia de perderlo. Me explico: que sea posible meternos en el cráneo chips que generen recuerdos o que nos zafen del dolor no es que sea indeseable, no. La idea de que se perfeccione la detección de mentiras dejaría las pruebas de paternidad gracias al ADN en una actividad jurídica menor. Pero me temo que lo verdaderamente revolucionario sería conseguir pensar o usar la cabeza correctamente. No me estoy refiriendo a habilidades de cálculo propias de certamen mundial, no me refiero al potencial aquel del que tantas veces se habla por el cual podríamos acceder a la plenitud mental y no solo a un magro porcentaje de nuestra capacidad. Nos podríamos conformar con no sucumbir al engaño y al autoengaño y a otras actividades mentales que nos producen sufrimientos y errores.
A veces algunas personas reparamos que los investigadores siempre están pidiendo dinero (cuando Newton con una manzana y poco más llegó tan lejos para su época). Sí que hace falta el dinero, como para todo, pero el dinero no garantiza el rigor ni el vigor de una idea y solo conseguimos una sociedad muy sofisticada y compleja, donde hasta la estupidez es dramática (*).
Este fin de semana Izpisúa, en una entrevista en la prensa generalista, nos dejaba dos titulares 1) la existencia del misterio de la vida o lo que él llama "divinidad" y 2) que hay avances de la ciencia que deben ser consultados a la sociedad. Yo diría que nos podríamos contentar con que la ciencia no actuara contra la sociedad y la vida en la forma en la que se plantea en el poema de Gloria Fuertes tan claramente y sin necesidad de ampliación alguna. La ciencia cura y la ciencia mata. Primum non nocere.

*
Al lado del concepto del efecto Droste y de la recursividad, me parece siempre más atractivo lo que se denomina comúnmente en francés como mise en abyme. En algunos medios se confunden el efecto Droste y la mise en abyme ("abismación"), pero el efecto Droste empuja al infinito mientras que el que yo prefiero simplemente empuja a la profundidad sin fondo. Se suele poner como ejemplo de mise en abyme el cuadro de Las Meninas y su juego de imágenes, sombras y espejos, en lo que no deja de ser un autorretrato  de centro disperso o indeterminado. Prefiero como ejemplo de mise en abyme el Retrato de los Arnolfini (1434) con un espejo que nos revela en miniatura y sobre un su superficie cóncava la imagen de lo que ven los esposos.
Así es como entiendo yo este blog que hoy se queda suspendido en la blogosfera reflejando una parte de una etapa de la Documentación médica pero desde un ángulo del que era tan difícil salir como meterse.

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(*) "El doctor Nicolelis ha demostrado que esta interfaz cerebro-máquina puede implementarse entre distintos continentes. Para ello, coloca a un mono sobre una cinta de ejercicio. Al mono se le ha implantado un chip en el cerebro, que está conectado a internet. En el otro extremo del planeta, en Kioto (Japón), las señales procedentes del cerebro del mono se utilizan para controlar un robot capaz de caminar. Al andar sobre la cinta de Carolina del Norte, el mono controla al robot en Japón, que ejecuta los mismos movimientos. Utilizando únicamente sus sensores cerebrales, y algo de pienso como recompensa, el doctor Nicolelis ha entrenado a estos mono para que controlen a un robot humanoide llamado CB-1 que se encuentra al otro lado del mundo" (Michio Kaku, El futuro de nuestra mente). Sin dejar de lado el progreso significativo de los exoesqueletos y las aplicaciones médicas de la  telequinesis percibo un filo de loca insensatez en el trasfondo de estas palabras.

24/4/17

Información de terapias complementarias

n los últimos días he tenido noticia de una página web hospedada en la Organización Médica Colegial y que se llama Observatorio OMC contra las Pseudociencias, Pseudoterapias, Intrusismo y Sectas Sanitarias. Con el nombre ya obtenemos toda una declaración de principios y cuando echamos una ojeada al contenido efectivamente llegamos a la conclusión o no salimos de la impresión de que se trata de una página en contra de lo que aquí vamos a llamar terapias complementarias. El término de "terapias complementarias" es el que adopta el thesaurus Medical Subject Headings de la National Library of Medicine de Estados Unidos y me parece del todo ajustado a lo que se indexa bajo ese encabezamiento general, que hoy devolvía 199.956 resultados.
No es de extrañar que la acupuntura (Acupuncture therapy) devuelva 20364, muy por delante de la homeopatía (Homeopathy), que tiene 4450 resultados, o del Ayurveda (Medicine, Ayurvedic), con 1990. La meditación cuenta 2047 resultados, el taichi 796, el yoga 2005 y la musicoterapia 2824. Aunque se representan otras terapias, mi muestra se refiere a las que a mi entender son más conocidas. Que no sea de extrañar que la acupuntura sea la técnica que produce más resultados, por lo menos a mi entender, se debe a que es una terapia muy difundida por Europa y también por América. Su eficacia en el tratamiento del dolor crónico y otros trastornos en que la medicación convencional causa tanto alivio como efectos adversos, hacen de la acupuntura una terapia que es bien conocida por mucha gente y que entre muchos médicos se usa de forma complementaria.
Precisamente la acupuntura me la dio a conocer un especialista en diagnóstico por la imagen de un hospital público, porque durante su formación paralela como internista en un hospital parisino había podido asistir en una intervención quirúrgica en la que por toda anestesia se habían empleado agujas de acupuntura. Al llegar a este punto algunas personas, escépticas o simplemente adversas, no podrán evitar una irritación intolerable ante mi afirmación. Lo sé. Pero es así.
La página del Observatorio a la que me he referido al principio nos mezcla un poco todo y el reiki y la hipoterapia ocupan un mismo lugar indefinido y algo difuso en sus infografías, al lado de medicinas tradicionales milenarias como los son el Ayurveda (que aún se imparte en más de 500 universidades de la India) o la Medicina China, que además de la consabida acupuntura incorpora una farmacopea (más allá de la fitoterapia) que solo podemos señalar que es inmensa, prodigiosa y muy precisa. Hay terapias en las que las redes sociales y los escepticémicos se han encarnizado bastante, singularmente la homeopatía. Por todo ello y por mucho más, que no es el tema de este post, se puede decir que un documentalista más que encontrarse con información sobre las terapias complementarias, con lo que se encuentra es con una agria polémica, con una controversia que no avanza, que se encona en los consabidos argumentos pretendidamente científicos, con poca formación y mucha deformación.
Los 199.956 artículos que había hoy en PubMed no son solo los que hay en las 44 revistas (Tabla 1) que se indexan en la base de datos, hay artículos en muchas revistas de todas las especialidades. El Journal Citation Reports contempla bajo la categoría Integrative and Complementary Medicine-Scie 24 revistas, siendo la que tiene el mayor factor de impacto la revista Journal of Ginseng Research (3,898) a pesar de que solo se analiza desde el año 2012. La revista que ha obtenido un mayor número de citaciones es el Journal of Ethnopharmacology, con un total de 26.999 (Figura 1).
Los adjetivos "complementaria" e "integrativa" son definitorios de la página web que el National Institutes of Health adopta para su página sobre el tema, del National Center for Complementary and Integrative Health y ofrece todo cuanto creo que podríamos desear para una web homóloga en nuestro país. Sobre todo información, con recursos para ayudar al consumidor de Sanidad a valorar el panorama y poderse formar un criterio o tener a quien acudir en caso de duda o reclamación. No se nos escapa que la página no pretende promocionar las terapias complementarias o alternativas, simplemente cumple una función informativa para un sector que de otra manera podría -por decirlo de alguna manera- asilvestrarse.
Que la OMC albergue una página que lejos de cumplir una función informativa o formativa, se arrogue una función hostil, me parece desacertado. Tal vez la OMC en su papel de lucha contra el intrusismo se vea legitimada para desacreditar el bazar de las alternativas sanas a tantas enfermedades como se padecen, pero sería mejor en mi modesta opinión informar, con todo el rigor y la sencillez posible, de los abusos que puede haber (incluso en la medicina convencional). En este caso, como en otros, la mejor defensa no es un (buen) ataque sino una actitud constructiva.


Figura 1. JCR (Integrative and Complementary Medicine-Scie)


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Post scriptum: Además de la web señalada no se puede pasar por alta la existencia de Medline Plus (orientada a los pacientes), que aunque no se enfoca en la terapias complementarias, contiene muchos artículos sobre fitoterapia, etcétera. Aunque existe una base de datos norteamericana, Natural Medicine Comprehensive Database, funciona por subscripción. Vale la pena visitar la página donde se representa el elenco de colaboradores y el equipo que trabaja en sus contenidos, al que sí hay libre acceso.

16/3/17

Las citas intertextuales

omentamos en un post anterior el vacío que habían dejado las normas de Vancouver al deponer la actualización de la parte correspondiente a la bibliografía (Fig. 1). Y por lo menos en mi entorno he detectado que ha pasado desapercibido porque fue tanta su influencia que aún algunos autores piensan que sigue vigente o desconocen que la norma actual es la del Citing Medicine, que a su vez sigue la norma ANSI/NISO Z39.29-2005 Bibliographic References. Otra cuestión es que el despliegue de ejemplos y la profundidad que ofrece la norma desarrollada por la NLM sea cómoda para sus usuarios. 
Fig. 11 - De las normas de Vancouver (2013)
Como ya en su momento ofrecí algunos ejemplos usuales en este mismo blog lo que quería indicar ahora es que hay otra pequeña confusión con el tema del formato de las citas intertextuales, esto es las que recorren los textos publicados y remiten al número correspondendiente o a un nombre en la lista de la bibliografía que suele ir al final de los artículos. El propio Citing Medicine (Fig. 2) admite la diversidad de formato, indicando que hay verdaderamente tres estirpes posibles (por orden de aparición, por nombres de autores y por años de publicación) y apuntando sus ventajas. Pero queda bien claro que el estilo del sistema de marcas o llamadas hacia la bibliografía depende de los editores de la revista. El New England Journal of Medicine sigue el primer sistema, y en sus artículos hay un número volado o extraíndice que remite a un número de orden en la bibliografía final. Las revistas de Willey & Sons siguen el sistema nombre-año. 
Creo recordar que el Reference Manager, un gestor bibliográfico predecesor de Zotero o End-Note y Mendeley, admitía más de 400 estilos diferentes. Esos estilos afectaban la presentación de las citas intertextuales y también la ordenación de los elementos dentro de cada cita bibliográfica. El enorme parecido entre muchos de los estilos es tan desconcertante que parece inimaginable que la tendencia resista mucho tiempo más. Además de que no facilita la admisión de manuscritos, algunos de los cuales son ofrecidos consecutivamente a varias revistas, parece que no debería diversificarse tanto algo sobre lo que se han hecho tantos esfuerzos de normalización.
Es decir, en pocas palabras, que lo que los autores tienen que hacer es seguir el formato que imponen los editores de las revistas científicas.

Fig. 2 - Citing Medicine sobre las citas intertextuales

(c)SafeCreative *1703161158953 (2022 2212192893775)

19/2/17

Del peine ochentero lila al pompadour hipster pasando por el Nokia 3310

o me extraña que una de las atracciones del próximo Mobile World Congress sea una reelaboración del Nokia 3310 puesto que las prestaciones de los teléfonos inteligentes allanan la imaginación. Las víctimas del ningufoneo (palabra a mi entender mal formada) o y los smombies (smartphone zombies) ejemplifican dos casos de la alienación tecnológica. No espero que el nuevo Nokia 3310 tenga la pantalla de fósforo o no pueda hacer fotografías o carezca de datos y archivos MPEG. Es inverosímil que se lance un móvil sin mensajería instantánea y todas esas prestaciones que nos ofrece Whatsapp o Telegram, Instagram, Messenger, etcétera. Me intriga saber en qué quedará el nuevo Nokia.
Hace unos años estaba en un museo madrileño y tomaba nota de un dato que se mostraba al lado de un cuadro. Entre el cuadro y yo se interpuso una joven que rápidamente tomo una fotografía de la pintura y su rótulo. Me pareció advertir que de alguna manera además pretendía darme una lección. Lo que ignoraba la buena mujer es que los datos que yo tomaba de diversos cuadros formaban una lista que yo ordenaba en mi libretita de forma que por la tarde pude consultar ya en un orden dado sus elementos. Mis notas las tomo formando como un mapa de ideas y esto, de momento, no hay ninguna aplicación que me lo aventaje. Tal vez hay alguna aplicación que pueda hacer lo que digo, pero no con la eficacia ni la rapidez con la que yo manejo mis notas a mano.
El ningufoneo creo que se ha generalizado precisamente entre los más jóvenes y me resulta muy irritante. De hecho cuando estoy con alguien que está demasiado pendiente de su teléfono le ofrezco mi retirada aunque lo haga amablemente, como si no quisiera molestar con mi presencia. Una variante deleznable de ningufoneo es la de quienes revisan o comprueban algo de lo que se habla en la wikipedia para móviles. Deleznable porque no es que comprueben lo que dicen ellos mismos sino que ponen a prueba lo que dicen los demás.
Las aplicaciones que más uso son la agenda, mi asistente de yoga y la cámara, algo de lo que a estas alturas ya no podría prescindir a no ser que no hubiera otro remedio. Y sin embargo casi nunca uso mi móvil en público y mucho menos cuando estoy con otras personas, de la misma manera que no haría otras cosas ninguneadoras.
La imagen de los smombies no tiene precedentes. Pienso en un cliché, el del piadoso leyendo su devocionario, pero esa imagen inspira una atención diferente, sin abducción diríamos. Pero nos sirve para recaer en el hecho de que son objetos de mano, como en algún momento lo fue el abanico, el reloj de bolsillo o el paquete de tabaco. 
Hacia mediados de los setenta estaba de moda entre los jóvenes llevar un peine en el bolsillo de detrás del pantalón tejano. No eran peines como los que de vez en cuando sacaba Elvis Presley en las películas para retocarse el tupé rockabilly o pomp (de Pompadour). Eran peines con mango y de colores primarios y alegres (naranja, verde, amarillo, rosa, azul cielo). Es decir, tal y como se diría en inglés, "in the back pocket of", asomando por el bolsillo de atrás. Por increíble que parezca había miríadas de jóvenes que llevaban un peine que se veía de lejos, en el bolsillo trasero del pantalón. La moda de entonces marcaba llevar los pantalones muy ajustados, de cintura bastante más baja que en los sesenta y con los bajos acampanados, así que el efecto era contundente. 


  
David Sipress ("The New Yorker")

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La letra capital es de Marta Ignerska, nacida el año 1978.

15/2/17

Intermediarios y apomediarios

os usuarios de la sanidad cada vez usan más las fuentes que ofrece internet para consultar información sobre sus dolencias, tratamientos, etcétera. Aceptado que esto es así, desde el punto de vista del documentalista nos llaman la atención dos temas: 1) que existan las herramientas adecuadas para filtrar la información inadecuada, milagrera o simplemente tóxica, y 2) que el personal sanitario se sepa atribuir el papel de apomediador.
El término apomediación fue propuesto por primera vez el año 2008 por Gunther Eysenbach, en su contribución sobre credibilidad de la información sanitaria, “Credibility of Health Information and Digital Media: New Perspectives and Implications for Youth". El término merece una entrada de la P2PF Wiki y lo opone a la intermediación. En la apomediación el "intermediario" no reelabora datos o información sino que guía y ayuda a quien no es especialista para adquirir un conocimiento riguroso. Se hace hincapié en todo lo poco que he podido leer sobre el tema en la oposición de las preposiciones apo- e inter-, puesto que el apomediador se pone el lado de quien busca información mientras que el intermediador se (inter)pone entre la información y  quien busca información.
No sé bien cómo se concreta la apomediación, si se trata de que el médico o la enfermera o el psicólogo o el fisioterapeuta tienen preparadas unas fuentes para encauzar las necesidades de información de los pacientes. Tampoco me queda muy claro si se les dirige a información pensada para pacientes o en pie de igualdad, es decir, si se les dirige a la misma información que usarían los expertos. La realidad de la apomediación a mi entender introduce un factor muy renovador de la consulta médica, una nueva vuelta de tuerca en la despaternalización (término que recreo a cuenta de la desintermediación).
En nuestra profesión la desintermediación no es posible más que como proceso dinámico. El volumen de información y su complejidad obligan a usar plataformas cuyos fuertes y debilidades hay que conocer y no estáticamente, sino de continuo. Con usuarios con bagaje en sus habilidades documentales es posible y deseable la apomediación. Algunas veces yo he podido hacer búsquedas bibliográficas en cuyo diseño y ejecución hemos trabajado a la vez, en apomediación, el experto en el tema que buscamos y yo como experta en usar las bases de datos. Con los usuarios menos expertos o apenas iniciados  también es deseable su participación y marcar la actitud de cooperación y no de intermediación. ¿Cómo se concreta la cooperación? Haciéndole participar del proceso, ajustando la estrategia de búsqueda de acuerdo con su reacción ante los resultados e interrogando sobre su valoración.

Harry Bliss ("The New Yorker")


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15/1/17

La comparación de resultados, un nicho bibliográfico descuidado (2/2)

ara el biblioanálisis de la búsqueda que introduje en el post previo voy a centrarme en los resultados de PubMed y de la Web of Science (WOS). Los resultados de Scopus son muy desconcertantes. Aunque valoro muy positivamente la inclusión de los libros y los capítulos de libros (Fig. 1: 21, 40, 52, 54, 61, 64, 68, 72, 82, 85, 86, 90) la impresión se ve desfavorecida por el ruido de artículos como el 1 o el 9. El primero trata no de nuestro tema del abdomen abierto sino de la reconstrucción de la pared abdominal y de mama. El 9 trata de las ostomías. La referencia 40 (How the snake lost its legs) está totalmente desviada del tema.
El 30 de diciembre en particular pero también los días previos en general (post) Scopus ofrecía un funcionamiento defectuoso que de alguna manera fue anunciado en el blog en un post titulado Scopus experiencing search issues el 23 de diciembre. El día 2 de enero el Twitter de Scopus anunció el restablecimiento sin más, sin que sepamos cual era el problema o qué funciones no trabajaban correctamente. La avería o lo que fuera que fuese no se anunciaba en la propia plataforma. El chat pero también el servicio de atención diferida  (formulario atendido por correo-e) son correctos en las formas, pero algo opacos y en ocasiones reticentes, tal y como he podido experimentar en persona.
El hecho de que ante la enormidad de los resultados (*) de los conjuntos no combinados se obtenga eventualmente un final tan decepcionante no se justifica en mi opinión en el hecho de que la sintaxis de la estrategia fallara. Esto me lleva a señalar que tanto en PubMed como en WOS planteamos exactamente la misma estrategia, mientras que en Scopus tuvimos que ejecutar la búsqueda por pasos y finalmente combinar los conjuntos con los operadores booleanos al uso y en modo Advanced.
Me planteaba después del primer post cómo encarar este biblioanálisis pensando en aquello de a quién dirigirlo, pensando en el público a quien dirigir este post. Si pensara en quienes rigen y distribuyen las bases de datos bibliográficas les sugeriría que tuvieran en cuenta proactivamente a los usuarios con necesidades de información avanzadas y a los profesionales de la documentación. Y cuando digo "usuarios con necesidades de información avanzadas" incluyo a quienes tienen que dar cuenta de la metodología y a quienes tienen que garantizar haber consultado bien las fuentes, sea ante una institución o ante una publicación peer-reviewed. Si me dirigiera a los colegas documentalistas les pediría que no se dejaran llevar tanto por las novedades y los gadgets de los rebrandings y el marketing y volvieran a interesarse por los estándares y los viejos anhelos del control bibliográfico universal. Pero si pensara en los usuarios les aconsejaría que actuaran con método.
*
El hecho de que la búsqueda de PubMed y WOS no sea exactamente reproducible en WOS es una desventaja per se, una complicación, pero además nos recuerda que es un retroceso. Las primeras búsquedas bibliográficas que se hacían telemáticamente en los años 80, en las que consultábamos Medline (el núcleo de PubMed) y a veces Embase, en el host o servidor de DIMDI (Deutsches Institut für Medizinische Dokumentation und Information), tampoco eran exactamente reproducibles. Y cuando pretendíamos ejecutar una búsqueda de PubMed que habíamos hecho en DIMDI  en los servidores de Dialog o DataStar, para acceder a la base de datos del ISI (Institut for Scientific Information de Filadelfia) tampoco. Sin embargo, existía la aspiración de poder consultar todas las bases de datos a la vez en un mismo host. Y eso fue factible en los 90, aunque suponía un costo añadido. Con el advenimiento de los CD-ROM y la gratuidad el año 1996 del acceso a PubMed, las aspiraciones se diluyeron en el deslumbramiento de un soporte user-friendly, esto es "popular".
Ante un análisis muy somero de los resultados obtenidos en PubMed y WOS me detengo en la referencia 27 porque aunque no aparezca en los resultados de la búsqueda en PubMed sí que se encuentra en la base de datos (!), como no es de extrañar dado que es una revista de Traumatología muy importante. Como es un artículo de 2013, la explicación no es una actualización lenta o defectuosa sino que el motor de búsqueda la pasó por alto. La referencia 38 tampoco aparece en los resultados de PubMed, pero no era una referencia que nos interesara. A la vista de los resultados en PubMed y en WOS, cuyo cotejo resiste la crítica más acerba, nada -aparte de algún registro como el que señalo- despierta algo de preocupación. De hecho la tabla sustenta mi criterio de que las búsquedas bibliográficas responsables se deben hacer en las dos bases de datos. Tal vez Scopus, cuando funcione bien, puede aportar resultados más europeos, más libros y el privilegio de obtener pronto preprints del catálogo Elsevier, tan prolijo.

Referencias
PubMed
WOS
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