2/9/14

Extrañas bibliotecas (y 2)

"Un plombier (également appelé installateur sanitaire) est chargé de la réalisation ou de la réparation des installations de plomberie. Son outil traditionnel est le chalumeau oxyacétylénique. Il doit aussi déboucher les canalisations".
"Plombier" (Wikipédia)


La palabra plombier ("fontanero"), está tan arraigada en el francés que dudo que además de los wikipedistas alguien advierta que se originó en la palabra "plomo", el material de las antiguas tuberías. Ahora las tuberías suelen ser de PVC. En mi CA existe la palabra lampista, que tengo entendido que no se da en ningún otro lugar de España, para designar a los instaladores de agua, gas y electricidad. Y luego están los eufemismos. Durante el ejercicio de mi oficio he visto abundar todo tipo de apelativos a cual más extravagante y siempre, según mi parecer, justificado en una especie de carencia afectiva del bibliotecario raso o en el "intrusismo", término rancio donde los haya. La última -es un decir- incorporación es "Community manager", así, en inglés. Y yo me pregunto mientras miro vuestras pupilas azules, verdes, grises, marrones y negras, si no era tan bibliotecario el que cuidaba volúmenes de papiro, tablillas de arcilla, tomos de pergamino como el que maneja pedeefes, agregadores de contenidos y metadatos. Incluso, siempre en la intimidad, me permito observar una cierta garrulez en la ingenua fascinación por el armamento tecnológico y su metralla.
En un post previo, "Lecturas obligatorias", ya comentamos el factor de distorsión que condiciona la interpretación de los datos públicos sobre bibliotecas también públicas en Cataluña. Que los fondos bibliográficos cuenten con dotaciones del "Suport genèric" es algo que enrarece el proceso de la adquisición de los libros y otros formatos. Los fondos de las bibliotecas públicas generales se adquieren en red y desde una central de compras que asume ese y otros procesos para economizar y también para especializar labores técnicas que es mejor no abandonar a la creatividad. Que luego cada biblioteca disponga de una colección local, eso es otra cosa, y nadie discutirá que es muy enriquecedora. Pero soportar libros que han sido previamente subvencionados a través de ayudas a las editoriales es el colmo.
En el mencionado post de las "Lecturas obligatorias" explicamos en qué consiste el "Suport genèric" y por lo tanto aquí podemos pasar a otro invento, en este caso el Conveni de col·laboració per a la promoció del llibre entre el Departament de Cultura i Gremi de Llibreters de Catalunya, de mayo de 2014. Para ir situando el acuerdo, pensemos que el marco ideológico es en cierta forma la "cosmobibliovisión"  a la que se refiere Carme Fenoll (Cap del Servei de Biblioteques de la Generalitat de Catalunya) en su decálogo, y pensemos que el viejo "nuevo paradigma" propuesto afecta a los viejos "nuevos formatos digitales de lectura" y al definición de los "futuros espacios", siempre manteniendo el principio de la financiación pública.
Aunque el Convenio consta de 18 páginas reproduzco una cosmobibliovista de la página 10 (*):


Aparte de este dossier y las notas de prensa y otras difusiones (**), encontré una serie de posts en el blog Sí, però poc, de Carles Miró. Creo que hasta el momento es la única disensión con la que me he podido encontrar y por eso es porque lo cité ayer y hoy de nuevo. Además tiene el valor circunstancial y añadido de que procede de un profesional de la traducción, no de un bibliotecario. Procede por tanto, podríamos decir, de un "usuario". No perdamos de vista que trabajamos para los usuarios.
Aunque se han realizado, siempre atendiendo al dossier, pruebas piloto en dos bibliotecas barcelonesas, no he comprobado in situ el funcionamiento y por lo tanto remito (otra vez) al puro dossier. La vigencia del actual acuerdo vence en mayo próximo, pero puede ser renovado.
Debo admitir que tampoco conozco los ejemplos a los que se refiere el Conseller, Ferran Mascarell, de la New York Public Library (NYPL) ni de las bibliotecas de Quebec. En el portal de la NYPL, hay un una página claramente diferenciada en la sección "Support the Library" que se abre en la pestaña "Shop". Si ustedes visitan la página verán que es una tienda online que ofrece libros, pulseras, camisetas, bolsas (totes), etc., y que algunos de los productos vendrían a ser como los que se ofrecen en algunos museos que todos conocemos, de difusión de sus colecciones, o como souvenirs. Después de unos años asediados por las gitanas de plástico y todo el kitsch imaginable, hemos visto incorporarse al decorado doméstico productos mercadotécnicos también muy asequibles pero asimilados a la cultura oficial y de nivel.
Por entrar ya en materia habrá que decir que hasta donde yo sé los bibliotecarios siempre habíamos evitado que nuestros servicios se confundieran con los de las librerías.  Quiero recordar qué intelectual noucentista definió a las bibliotecarias como vestales del saber (¿D'Ors, Riba?), pero no soy capaz. Y me lo trae a la memoria la realidad de que hablar de dinero en las bibliotecas se ha considerado en determinados contextos como algo casi pornográfico y muy incómodo. En el caso remoto de que algún lector nos preguntara por una librería o el precio de un libro nuestra respuesta tenía que ser la propia de quien da una información sin implicarse ni explayarse. La pureza de las vestales no podía verse impregnada por la fetidez de los fajos de billetes ni verse empañada por el interés crematístico. Por eso las explicaciones de Marià Marín y la comparación con la logística de las nuevas oficinas de farmacia, que trabajan con poco stock, debido a mi apego a las viejas prácticas, me produce una especie de repelús. Pero todo hay que repensarlo.
No se trata en mi caso de que por acomodarme a una rutina laboral me oponga a introducir cambios, es que me resisto a que el principio de la imparcialidad del bibliotecario con respecto a los fondos que rige, se vea relegado por la ley de la oferta y la demanda, por el Suport genèric y otras armas de adoctrinamiento ideológico y de dominación clientelar, por los intereses comerciales y por las modas de marketing.
En nuestra vida laboral o profesional actual los bibliotecarios de los hospitales nos encontramos con la dificultad de hacerles entender a nuestro público que todo en internet no es gratis. Ya no digamos el brete de tener que justificar la existencia de revistas cuya licencia de uso digital tiene los últimos 12 o 18 meses embargados ¿Cómo explicar que un documento lo "das" gratis y otro lo tienes que cobrar? Y me refiero a documentos concretos, no a paquetes de colecciones
¿Qué podemos hacer los bibliotecarios en medio del tiberio del dumping que ejercen monopolios como Amazon? ¿Cómo podemos contrarrestar a los abusos de editores como Elsevier, que cuenta con un 70% de la producción bibliográfica científica? ¿En qué queda nuestra función como intermediarios entre los textos útiles y valiosos y los lectores curiosos y no menos valiosos? ¿Queda otra salida a las bibliotecas aparte de la liquidez malentendida (pobre Zygmunt Bauman), los CRAI o la de convertirse en espacios multifuncionales? ¿Seguirá necesitando la sociedad espacios laicos donde la comunicación no esté reñida con el silencio y el recogimiento? Si da pereza hablar del pasado, no digamos del futuro.

No quisiera con la perorata precedente parecerme a Lucy, de los Peanuts, sino aportar otro punto de vista diferente del que por ahora se va imponiendo.

Por cierto, me encanta eso del  chalumeau oxyacétylénique ("soldador" o "soplete oxicetilénico").


Drone de Amazon (ABC)
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(*) "Convenio de promoción del libro. Compromisos.
1. Implementar el acceso de LibriData en las bibliotecas públicas, que incorporará los datos de préstamo de libros.
2. Potenciar la compraventa de libros y libros digitales por parte de los usuarios de bibliotecas con entrega del libro en la biblioteca, librería o domicilio.
3. Implementar Liberdrac, portal digital de las librerías catalanas, en las bibliotecas públicas que ha de permitir [sic] la compraventa de libros digitales desde las bibliotecas públicas y la implementación con [sic] el futuro servicio de préstamo digital de las bibliotecas.
4. Potenciar la ubicación de estantes de las librerías en las bibliotecas, que actúen como aparadores de reclamo (de títulos y de agenda) de las librerías de proximidad, y también como tiendas abiertas a los usuarios. Se organizará una prueba piloto en bibliotecas y librerías de diferente tipología y de diferentes territorios.
5. Ofrecer las librerías como lugares en el territorio para acoger eventos y actividades organizadas por las bibliotecas con públicos diversos como pueden ser los jóvenes, clubs de lectura [sic].
6. Estudiar la viabilidad de instaurar Ferias del libro en las bibliotecas.
7. Hacer publicidad y comunicación en el Servei de Biblioteques y librerías conjuntamente.
8. Elaborar proyectos de formación y prescripción de novedades editoriales para los bibliotecarios".

(**)
Jordi Llobet, Biblioteques i llibreries: competir o compartir? En: http://llibredigital.blogs.uoc.edu/2013/04/27/biblioteques-i-llibreries-competir-o-compartir/ (Consultado: 2 de septiembre de 2014)
Marià Marin. Sobre el conveni entre biblioteques i llibreters, En: http://llibredigital.blogs.uoc.edu/2014/06/10/sobre-el-conveni-entre-biblioteques-i-llibreters/ (Consultado: 2 de septiembre de 2014)

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