22/3/14

Equipos de trabajo de película


"Un equipo no es un conjunto de personas adscritas a determinados puestos de trabajo, sino una congregación de personas donde cada uno de ellos desempeña un rol que es comprendido por el resto de miembros. Los miembros de un equipo negocian entre sí el reparto de roles y desempeñan de manera más eficaz aquellos que les son más naturales."
Dr. R. M. Belbin

"Por eso vemos frecuentemente
la sabiduría pobre puesta al servicio de la opulenta ignorancia"
(W. Shakespeare, A buen fin no hay mal principio, Esc. 1, Acto 1)


En los años 70, Meredith Belbin y su equipo llevaron a cabo una investigación en la Henley Business School (Reino Unido) durante la que observaron múltiples equipos de trabajo con el fin de descubrir el motivo de estas diferencias. Analizar las dinámicas de funcionamiento de los equipos para descubrir si las dificultades se podían predecir y evitar.
Se caracterizaron 9 roles en los equipos de trabajo. Todo rol de equipo además de aportar una fortaleza o contribución (*), lleva asociada una debilidad (**) permitida en el equipo en la medida que lleve asociada una fortaleza.
Los 9 roles son: los "cerebros" (en algunos textos los plant han sido traducidos como "Creadores"), los investigadores de recursos (resource investigators), los evaluadores (monitor evaluators),  los coordinadores (coordinators), los implementadores (implementers), los finalizadores (completers o finishers), los cohesionadores (team workers) , los impulsores (shapers) y los especialistas (specialists). Se podría añadir que cada rol se configura en relación a los otros, de manera que como ocurre con otras clasificaciones -estoy pensando en el famoso eneagrama- nadie es per se y en puridad solo de una forma. Ocurre más bien que de acuerdo con la propia forma de ser cada cual asume en determinadas circunstancias un rol y que siempre que se producen determinadas circunstancias está claro que se perfilarán determinados roles.
En algún recreación de estas dinámicas en un curso de reciclaje se nos invitaba incluso a adoptar un rol con el que no nos identificaríamos en absoluto, con el objetivo de comprender mejor las debilidades y las fortalezas y como se contrapesan las actitudes.
Para los que se resisten a estas teorías de psicología social podríamos remitirlos a un más tradicional y llano ejemplo de nuestro acervo cultural, el de los burros y los señores: "Mientras haya burros siempre habrá gente que vaya a caballo". O algo así.
*
Saliendo del campo de la psicología del trabajo podríamos referirnos a otras dinámicas. Por ejemplo a la de la espléndida película "El apartamento" (Billy Wilder, 1960). En ella el empleado de una compañía de seguros de Manhattan (Jack Lemmon) con unas ciertas ambiciones presta ocasionalmente su apartamento a sus superiores -no sin sacrificios- para que estos puedan mantener allí citas amorosas extramatrimoniales. La situación cambia cuando el empleado se enamora de una ascensorista (Shirley MacLaine), cuando descubre que es la amante de uno de sus jefes. Después vimos a Jack Lemmon en "Irma la Dulce" (Billy Wilder, 1963) haciendo el papel de enamorado y honrado a la vez, como una especie de San José pero por lo civil y en los alegres años 60. En esta ocasión Jack Lemmon hace el papel de policía convertido en chulo y Shirley MacLaine el de prostituta de Les Halles, cuando Les Halles tenía un mercado.

La serie televisiva "Mentes criminales" (2005-), que ya va por su novena temporada, es otro ejemplo de los muchos que hay de cómo los guiones entreveran en la trama de la investigación de un crimen el elemento amoroso. Y, aunque yo no me conozco bien la serie, he advertido un cierto juego entorno a la posible atracción de Penélope García (la hacker sexy) y Derek Morgan, que tiene un físico imponente y formidable, y como inspector del FBI es un tipo duro y de una pieza. En algunas series televisivas muy largas estas alegrías se llevan al agotamiento de posibilidades y yo he visto alguna serie no policiaca en donde todos y/o todas se habían embrollado con todas y/o todos, etcétera.
Lo que siempre me ha parecido muy atractivo de "Mentes criminales" no ha sido tanto mi afición por la criminología, que ha estado muy de moda últimamente. Tampoco mi fascinación por el mundo de los asesinos en serie. Lo que hace muy especial esta película es lo bien perfilados que están los personajes secundarios, de manera que permiten a los guionistas ponerlos en primer plano o difuminarlos según vaya el episodio u otros condicionamientos. Y, lo que aún me gusta más, es que la Unidad de Análisis de la Conducta no solo trabaja en equipo, es que trabaja como equipo. Cada cual resalta por una especial habilidad para lo que sea y en muchos casos vemos que los casos los van resolviendo como una puesta en común, una tormenta de ideas o repartiendo en algunos casos los trabajos sin que se ejerza -al menos no por todo argumento- una presión (o extorsión) jerárquica.
Es muy difícil, acostumbrados como estamos por ejemplo al predominio de los papeles protagonistas en el cine, pensar que todos somos personajes secundarios.
Que en nuestros centros de trabajo el volumen de la actividad esté mal repartida o que casi nadie adopte el rol que se ajusta más a sus expectativas o habilidades es en gran medida una realidad y una fuente de frustración. Hay mucho coordinator haciendo de cerebro o de impulsor, y no.
Yo a veces quisiera tener como Penélope García, la hacker de "Mentes criminales" varias pantallas y un pinganillo para poder trabajar mejor en varios asuntos (y para tener un compañero como Derek Morgan).

Kirsten Vangness en su papel de Penélope García en "Mentes criminales"

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(*) El rol del cerebro es: ser creativo, imaginativo, poco ortodoxo. Resolver problemas difíciles. El rol de investigador de recursos es: extrovertido, entusiasta, comunicativo. Busca nuevas oportunidades. Desarrolla ontactos. El rol del coordinador es: ser maduro, seguro de sí mismo. Aclara las metas a alcanzar. Promueve la toma de decisiones. Delega. El rol del impulsor es: ser retador, dinámico, trabaja bien bajo presión. Tiene iniciativa y coraje para superar obstáculos. El rol del monitor-evaluador es: ser serio, perspicaz y estratega. Percibe todas las opciones. Juzga con exactitud. El rol del cohesionador es: ser cooperador, apacible, perceptivo y diplomático. Escucha e impide los enfrentamientos. El rol del implementador es: ser disciplinado, leal, conservador y eficiente. Transforma las ideas en acciones. El rol del finalizador es: ser esmerado, concienzudo, ansioso. Busca los errores y las omisiones. Realiza las tareas en el plazo establecido. El rol del especialista es: interesarse por una cosa a un tiempo, ser cumplidor del deber. Aporta cualidades-conocimientos técnicos específicos.
(**) Los cerebros pueden ser poco ortodoxos u olvidadizos. Los investigadores de recursos pueden olvidarse de dar seguimiento a las iniciativas. Los monitores evaluadores pueden ser demasiado críticos y pausados. Los coordinadores pueden delegar en exceso dejando para sí mismos poco trabajo que hacer. A los implementadores puede costarles renunciar a sus planes a favor de cambios positivos. Los finalizadores pueden ser acusados de llevar su perfeccionismo al extremo. Los cohesionadores pueden ser indecisos cuando sea necesario tomar decisiones poco populares. Los impulsores corren el riesgo de llegar a ser agresivos y mal humorados en su afán de que las cosas se hagan. Los especialistas pueden tender a centrarse casi exclusivamente en su área elegida de trabajo.

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